En los campos de refugiados sirios
en Turquía, Líbano y Jordania,
la ayuda humanitaria se ha reducido
y las condiciones de vida
se han deteriorado.
«El Programa Mundial de Alimentos les concedía 27 dólares mensuales (por persona) hasta el año pasado, en julio lo bajó a 19 y en la actualidad es de 13,5 dólares», denuncia Dana Suleiman, portavoz de la Alta Comisaría para los Refugiados de la ONU (ACNUR).
No hay que olvidar que esos países limítrofes
acogen 10 veces más refugiados sirios
que todo el continente europeo.
Además, las escasas perspectivas de solución del conflicto sirio y la convicción creciente de que nunca podrán volver a su patria les fuerza a huir a Europa.
Esto es extensible a buena parte de los conflictos que asolan vastas zonas del mundo.
Tienen prisa
La decisión de Alemania de dejar de devolver a los demandantes de asilo sirios hacia los países de entrada en la UE incita a los que dudaban hasta ahora a hacer el viaje, en un indudable efecto llamada. A ello se suma el probable cierre, y se prevé que cercano, de algunas rutas de acceso, porque Bruselas está presionando a Grecia e Italia para que abra centros de retención y de clasificación de los refugiados, tras acusar a ambos países de «cerrar los ojos» y dejar pasar a los países vecinos a los migrantes que alcanzan sus costas.
En la misma línea, y en lo que apunta a un efecto llamada, pero contrario al que denuncia siempre la derecha, el anuncio por parte de Hungría de que ultima la construcción de un muro de 4 metros de altura anima a muchos a darse prisa, ya que aún pueden cruzar por las alambradas de concertina de poco más de un metro en la frontera con Serbia.¿Cuántos son?
Más de 350.000 personas han atravesado el Mediterráneo desde enero y se ha certificado la muerte en la travesía –la inmensa mayoría ahogados–, de 2.500, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ACNUR y Frontex, la agencia de la UE para el control de las fronteras exteriores.
Ha habido casos recientes de muerte por asfixia, como las 71 personas fallecidas que aparecieron en un camión en una autopista austríaca (han sido encontrados 17 tarjetas de identificación sirias, iraquíes y afganas).
Con todo, los refugiados que entran por el sur de Europa no son sino una parte de los que llegan a la UE. Alemania espera tratar 800.000 demandas de asilo en 2015, frente a las 200.000 del año pasado.
¿De dónde vienen?
Según datos de la Organización Mundial de Migraciones y el ACNUR, los sirios representaban a mediados de agosto aproximadamente el 43% de la actual avalancha de refugiados que cruzan el Mediterráneo. A día de hoy podrían ser la mitad, pero no la inmensa mayoría, tal y como repiten insistentemente algunas fuentes. Normalmente entran por Grecia, Italia y Hungría desde Turquía. Les siguen los afganos (12%), eritreos (10%), nigerianos (5%) y somalíes (3%).
Los refugiados africanos, incluidos los de otros países subsaharianos, parten mayoritariamente de Libia.
El 27% restante de los refugiados e inmigrantes de la actual avalancha proceden de otros países (Irak, Pakistán,..) incluidos de los propios Balcanes (kosovares, albanos, serbios, macedonios). Al punto de que de las 185.000 demandas de asilo registradas en el primer trimestre del año en la Unión Europea, la mitad fueron pedidas por sirios, afganos y… kosovares.
¿Pocos o muchos sirios?
Según los datos del ACNUR, más de 150.000 de los 350.000 refugiados contabilizados hasta la fecha en el Mediterráneo son sirios. ¿Muchos? Evidentemente, pero depende con que se compare. Turquía acoge actualmente a cerca de 2 millones; Líbano soporta a más de un millón, en unas condiciones por lo demás draconianas, y los refugiados en Jordania son más de 600.000.
Se calcula que no está llegando a Europa ni la décima parte de los 4 millones largos de refugiados sirios. A ellos hay que sumar los 7 millones largos de desplazados internos provocados por la guerra.
Refugiados en el mundo
A principios de 2015, se contabilizaban 52,9 millones de refugiados, desplazados internos y apátridas en el mundo. Es una cifra récord y que ha crecido exponencialmente desde 2005, cuando se contabilizaron 19,4 millones (aunque entonces no se contabilizaron los repatriados tras un corto período).
No hay duda de que preferentemente la guerra en Siria (con un total de 11,7 millones de desplazados, más de la mitad de sus 23 millones) ha sido determinante en este ascenso.
Pero no la única.
Sin salir de Oriente Medio, ahí están las recientemente agravadas crisis en Irak y Yemen, o los ocho recientes nuevos conflictos en África (Costa de Marfil, República Centroafricana, Libia, Mali, norte de Nigeria –2,5 millones de desplazados–, República Democrática del Congo, Sudán del Sur y, este año, Burundi), uno en Europa (Ucrania) y tres en Asia (Kirguizistán, varios enclaves de Birmania y Pakistán).
¿De qué huyen?
Los sirios huyen de la guerra y de los excesos y la represión del Gobierno de Damasco, del Estado Islámico (ISIS) y de grupos rebeldes como el Frente al-Nosra (Al Qaeda). Casuísticas hay de todos los tipos, incluidos algunos que huyen de los bombardeos de EEUU contra posiciones del ISIS y de Al-Nosra.
Lo mismo se puede decir de los refugiados que llegan de países como Nigeria, Somalia, Pakistán y Afganistán. En el caso afgano se reportan casos de refugiados que huyen temerosos del innegable avance de los talibanes (paralelo al >repliegue militar estadounidense).
En el caso de Eritrea, no huyen de una guerra provocada por Occidente, sino de la represión del régimen (conocido como la Corea del Norte africana).
¿Quiénes son?
Contrariamente a otro de los tópicos al uso, muchos aspirantes a refugiados de la actual avalancha no se cuentan entre los más pobres (estos no tienen dinero ni para huir y se quedan en los países de origen o a lo más se refugian en los países vecinos). Al contrario, muchos tienen un alto nivel cultural.
Cierto es que los más ricos no hacen el viaje en barcazas o pateras (utilizan, por supuesto, el avión)
¿Qué pasa en Libia?
Los libios no están huyendo masivamente del país. Lo que están haciendo algunos es lucrarse con el negocio de embarcar a los refugiados.
El linchado líder libio, Muamar al-Gadafi, actuaba de guardafronteras para la UE y retenía a los inmigrantes en el desierto. La deriva de Libia hacia un Estado fallido o a un reino de milicias ha abierto sus costas a la emigración africana.
La costa entre Libia e Italia ha supuesto el fin del trayecto de muchos migrantes.
Mientras los libios sigan cobrando su sueldo del Estado (tal y como instauró Gadafi con los ingresos del petróleo), todo apunta a que seguirán luchando entre ellos en una suerte de guerra de baja intensidad. Otra cosa es que el dinero se acabe o que la situación siga deteriorándose.
¿A dónde van?
Los tres destinos más ansiados por los refugiados son, por ese orden, Alemania, Suecia y Gran Bretaña. Pero en el primer trimestre el año, casi la mitad de las demandas de asilo han tenido como destinataria a Alemania (40%), seguida de Hungría (18%), Italia (8%), Estado francés (8%), Suecia (6%), Austria (5%) y Gran Bretaña (4%).
¿Cuántas personas obtienen el estatus de refugiado?
Solo 162.000 personas lograron en 2014 el reconocimiento a su estatus de refugiadas, de un total de 359.000 solicitudes. En el mismo año pasado, se registraron un total de 625.000 demandas de asilo (de ellas un 20% solicitadas por sirios).
La inmensa mayoría están siendo aún examinadas.
¿Qué pasa con las denegadas?
En teoría deben ser repatriadas a su lugar de origen o al país desde el que entraron a la UE. Algo imposible en la actual situación tanto en Libia como en Oriente Medio.
¿Qué hace la UE?
Contemporizar. Con la excepción de la canciller alemana, Angela Merkel, el resto de países siguen intentando ganar un tiempo que los refugiados no tienen. Tras casi dos meses de crisis, han convocado para ¿el 14 de setiembre! una cumbre ¡de ministros de Interior y Justicia!
Los países del este europeo (exsocialistas) y España son los más significados a la hora de rechazar incluso cuotas mínimas de refugiados.
¿Y la izquierda?
Sin desmerecer las crecientes campañas de solidaridad de grupos civiles y las iniciativas municipales (acaso más voluntaristas que eficaces y proclives a ser utilizadas electoralmente, como en el caso del PSE) tiene dificultades para lidiar con la complejidad geopolítica actual acaso por una nostalgia mal digerida. La tan manida atribución de un «pecado original» a Occidente, aun siendo cierta, sirve de coartada para una postura inmovilista.
Así, buena parte de la izquierda es incapaz de articular respuestas coherentes y no demagógicas a un drama que apunta ya como el principal problema político del siglo XXI.
¿Y la extrema derecha?
Consciente de que la izquierda es incapaz de rivalizar con ella, y maestra probada de la demagogia y el tópico, la extrema derecha se frota las manos. Espera su hora.
David Lazkano
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