domingo, 6 de junho de 2021

XXXII


Anastasia Pottinger 





 Ayer quise subir a la montaña, y el cuerpo dijo no.

Hoy quise ver el mar, bajar hasta la rada brilladora, y el cuerpo 
dijo no.

Estoy desconcertada ante esta resistencia obscura, esta inercia 
que contrapesa mi voluntad desde no se dónde y me sujeta, me 
suelda invisibles grillos a los pies.

Hasta ahora anduve todos mis caminos sin darme cuenta de 
que eran justamente esos pies los que me llevaban, y me llené 
de todos los paisajes sin fijarme si entraban por mis ojos, o los 
llevaba ya conmigo ante de que se dibujaran en el horizonte, y 
alimenté luceros, sueños, almas, sin reparar en que las propias 
venas se me vaciaban de la sangre prodigada.

Ahora pregúntome qué estrella vendrá a exprimirse gota a gota 
dentro del corazón exhausto, qué fuente habrá para abrevarlo 
como animal cansado...

Pregúntome qué haré sobre la tierra con este cuerpo inútil y 
reacio. Y ligo decir al cuerpo todavía.

—¿Qué haré con esta chispa que se creía sol, con este soplo que 
se creía viento...?


Dulce María Loynaz





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