Hace tiempo leí un articulo sobre un experimento que hicieron con un pobre perro para dar a entender como se siente la mujer que está sometida a las leyes del patriarcado.
Al perro lo metían en una jaula, y el animal, luchaba para salir, para ser libre...
Al cabo de los días, conectaron la mitad izquierda de la jaula a la electricidad. Cada vez que el animal se acercaba a la parte electrificada y recibía fuertes descargas de corriente, obviamente, se iba a la otra parte.
Luego hicieron lo mismo, invirtiendo el lado de la corriente...el perro respondía igual, desplazándose hacia el lado contrario del dolor.
Finalmente, y no contentos de ver que el perro huía del maltrato al que lo estaban sometiendo, decidieron electrificar toda la jaula.
Muy dolorido, intentaba escapar, pero cada vez que se acercaba a la puerta recibía fuertes descargas eléctricas que mermaban más y más su empeño por salir de ahí. Agotado, decidió quedarse tendido en medio de la jaula, sin fuerzas ni ganas para seguir luchando por escapar de aquella situación.
Le daban agua y comida...pero él, apenas ni comía ni bebía.
Un día, le abrieron la puerta. Una puerta grande que le permitía escapar de esa tortura.
Le dijeron:
-Vamos, sal de ahí!! Eres libre!
¿Y sabéis que hizo el perro?
Y cuando ya no podemos más y somos conscientes de nuestro dolor e incomprensión, nos gustaría escapar del lugar o situación en la que nos encontramos, pero nos han ido inyectando falsos conceptos y pautas de conducta de como deberíamos ser y actuar, para que cuando por fin veamos una puerta abierta, nos dé tanto miedo escapar que escojamos quedarnos donde estamos, aún sabiendo que hay, porque la hay, una vida maravillosa esperándonos ahí fuera y seres hermosos a quien amar y que nos amen de verdad.
Sin descargas eléctricas, sin tortura (ni física ni psicológica) y sobretodo, sin hacernos reprimir nuestro instinto animal y salvaje, que es el que nos permite ver la gran sutileza de aquellxs que bajo el concepto erróneo del Amor, nos quieran cazar.
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