segunda-feira, 29 de dezembro de 2014
............lo que nos hace felices y lo que nos hace sufrir
...yo intento ser fiel a mi vocación y pretendo reflexionar sobre lo que nos hace felices y lo que nos hace sufrir, intentando hacer una arqueología de la mente, aunque lamentablemente sin tanto arte como lo hacen los buenos novelistas.
¿Por qué no me dedico a los mensajes positivos?
Porque nunca me he conformado con lo que me dicen sin pensar si es aplicable siempre a lo que vivo, experimento y observo.
Los mensajes positivos son útiles en algunos momentos y en algunos contextos, pero pueden ser muy agresivos cuando alguien está sumido en el proceso de cambio o duelo que implica la pérdida de alguien o algo querido o apreciado.
También se olvidan de que no todo cambio se produce por voluntad (obvian la realidad de los procesos inconscientes que la voluntad consciente muchas veces pretende reprimir y relegar) y son miopes a la función que tiene todo sentimiento y emoción en nuestro crecimiento personal.
Estas reflexiones las hago siempre desde la óptica del vínculo afectivo.
En definitiva, son las relaciones las que nos definen y es esa característica de fundamento del ser que tiene la relación, la razón por la que los vínculos nos hace sentir felices y desgraciados.
Pero no todo lo que nos han dicho sobre las relaciones es verdad.
De ahí mi espíritu crítico frente a los condicionamientos y las imágenes del amor que nos han hecho creer.
Si leéis algunas de mis entradas también veréis que no soy una fervorosa defensora de las técnicas más populares en estos días de "merchadising" psicológico y espiritual.
Todas las técnicas pueden ser útiles, como pueden ser dañinas y re-traumatizantes en potencia.
Hacer una constelación familiar o utilizar técnicas guestálticas o espirituales no son garantía de nada.
La catarsis no es curativa per se, sino cuando se da en un contexto de relación terapéutica, en una base de seguridad que nos permite rememorar y colocarnos en un nuevo lugar con recursos que antes no teníamos. Hacer según que técnicas fuera de ese contexto, con una persona a la que no volveremos a ver y sin los conocimientos necesarios para trabajar traumas o situaciones emocionales intensas puede provocar más daño que bien.
¿Alguien se operaría el cerebro para solucionar cualquier problema, o por cualquier terapeuta?
Seguro que sólo nos ponemos en manos de neurocirujanos en muy determinadas condiciones.
¿Por qué dejamos que utilicen técnicas psicológicas potentes sin saber si lo necesitamos, o de qué manera lo necesitamos?
Con todo, pretendo ser una persona y profesional que potencie el crecimiento personal.
Pero cada persona debe encontrar su modo, tener autonomía y ser crítico con lo que se le ofrece.
Nunca una técnica puede estar por encima de la persona.
Con este resumen de la filosofía de este blog me oriento hacia los nuevos tiempos que están por venir.
El fin de año es una convención de calendario, pero que guarda alguna relación con los ciclos naturales.
Es el tiempo del cambio de solsticio, cuando un nueva estación empieza...
¡Mis buenos deseos para todos mis lectores!
Ana Cortiñas Payeras
Psicóloga espanhola
Resposta de um amigo:
Ana estoy totalmente de acuerdo contigo. A mi me pasa también lo mismo.
No creo en los cambios psicológicos rápidos, si el desarrollo emocional es lento y pausado, entonces porqué se pretende hacer creer que estructuras psicológicas que han tardado muchos años en cristalizar y solidificar ahora se pueden modificar en unos meses.
Ya me parecía que el conductismo-cognitivismo por si sólo no llevaba a ninguna parte, pero todo esto del coaching personal me produce espanto.
Creo que la psicología actual, como tantas otras relaciones entre personas, se ha tornado muy "líquida" y lo importante no es el proceso sino el final.
Lo que sucede es que sin proceso el final es solamente momentáneo, es perecedero, de nuevo caes en los mismos problemas evidentemente no superados.
Parece que vivimos en un tiempo en el que es imprescindible ser feliz el 100% de nuestro tiempo, y que el aburrimiento no debe existir.
Esos falsos conceptos, que son imposibles, son de hecho los que nos conducen a la infelicidad y al tedio.
A menudo comparo la situación de esa psicología "moderna" con otro de los temas que forman parte integra de mi identidad: la fotografía.
Hoy hacer una foto es instantáneo, aprietas el botón y zas, ahí tienes el resultado.
El proceso ni lo conoces, ni te importa, la máquina lo hace todo por ti, desde la exposición hasta el revelado, todo en décimas de segundo.
Se perdió el proceso, el aprendizaje, la mejora paulatina de la técnica, el laboratorio.
Incluso en el laboratorio digital ha desaparecido la magia de lo inesperado que solamente se te revelaba en el cuarto oscuro, esa imagen que aparecía frente a tus ojos teñidos de luz rojiza e incandescente.
Se perdió la ilusión de la fotografía como proceso con una meta diferida, se volvió instantánea, sin evolución, solamente con final.
En los tiempos que corren hasta el amor se ha convertido en eso.
Recuerdo un chiste en el que está una pareja haciendo el amor apasionadamente en la cama.
Cuando acaban él le dice a ella: ha sido fenomenal, y ella le contesta, sí fantástico, entonces él añade, que te parece si mañana quedamos y vamos al cine, y entonces ella comenta, ¡qué dices, no voy al cine con desconocidos ¡¡¡.
Las relaciones de vínculo amoroso han olvidado el elogio de la lentitud, como diría Honoré, se están saltando las fases para llegar a un fin, el cuál es básicamente la sexualidad, perdiéndose a menudo el vínculo por el camino.
Vivimos en una sociedad dónde las emociones y las relaciones se consumen rápido, se quiere todo ya, la frustración, la espera, el desarrollo de las cosas, no importan, sobran.
La psicología, desde mi punto de vista, ha caído de lleno en ese error.
Feliz y lenta entrada de año.
Josep A Perez Castello
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