sábado, 22 de novembro de 2014

Y después maldecimos las serpientes...



Confieso que estoy en crisis.
Quizá no estaría en crisis si no fuera una romántica encarnada y no llevara en sangre y médula el deseo de vivir auténticamente.
Posiblemente no padecería decepciones si no creyera que, en el fondo, todos deseamos el abrazo del otro al que quieres, al que te puedes ofrecer confiadamente; no me hubiera defraudado si no me hubiera entregado a ese convencimiento, suponiendo ingenuamente que si yo creo en ti, tú creerás también en ti ...y en lo auténtico, en la vida vivida a tumba abierta, pues solo nos llevaremos el coraje de vivir.

Soy tan ilusa que pienso que nadie desoye la llamada de su psique más profunda...

Estoy en crisis porque soy perfeccionista del error, porque espero que nos equivoquemos con reconocimiento, con reparación, con deseo de aprender y no volver a tirar la misma piedra cinco veces sabiendo que duele.
Soy tan crédula que pienso que nadie hará daño si recibe amor...
Lamento que la gente se aferre al falso ser con el que se defienden, perpetuando relación tras relación, generación tras generación la traición a nuestra alma, emponzoñando la belleza que poseemos.

Y después maldecimos las serpientes...

No todo lo que escribo son reflexiones sobre mi vida, sino por las experiencias vicarias que me da mi profesión, aunque me implico en ella, y entro en crisis también...
La verdad es que si hay alguna esperanza es el amor, pero no todas las personas que reciben amor pueden superar ciertos aspectos de su personalidad y utilizarlo para crecer y evolucionar.
Ya lo tengo más que comprobado...son los límites de la resiliencia y del coraje que se necesita para crecer.
También hay muchos condicionamientos culturales machistas...es normal la infidelidad, es normal que un hombre utilice la prostitución, son normales las relaciones de usar y tirar....en fin...

Las reflexiones que comparto aquí no se deben siempre a mis experiencias personales.
Vivo muchas otras vidas a través de las historias que me cuentan y de las que soy testigo.
Mi trabajo es vocacional, por un interés en entender al ser humano, y está impulsado por una actitud ante la vida.
Lo que hago se fundamenta en mis valores, en mi entendimiento de lo que creo que es importante para todos, universal, más allá de las diferencias sociales y culturales, y en consecuencia, me implico.
No me implico con cada persona o cada historia en concreto, pero sí me implico en cuanto a que de todo lo que experimento (personalmente o de forma vicaria), aprendo.
Es un trabajo gratificante muchas veces, y otras decepcionante.

No soy omnipotente, no somos nadie omnipotentes.
Todos tenemos límites.
Últimamente lo que he testimoniado me ha hecho pensar mucho en el amor, en eso que llamamos amor y no lo es, y en lo que podría ser amor y no llega a serlo, en el engaño cultural sobre lo que es amor y no es.
Creo en el amor como capacidad humana.
Pero no todo el mundo la desarrolla...
A esa conclusión llego.


Aina Cortiñas Payeras
Psicóloga na Ilha de Maiorca

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